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- Un relato sobre Amor
Posted by : Melchor Espinosa
miércoles, 10 de abril de 2013
Se trata de dos hermosos jóvenes que se pusieron de novios
cuando ella tenía trece y él dieciocho. Vivían en un pueblito de leñadores
situado al lado de una montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que
había aprendido a ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy
largo, tanto que le llegaba hasta la cintura; tenía los ojos celestes, hermosos
y maravillosos..
La historia cuenta que habían noviado con la complicidad de
todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho y él veintitrés,
el pueblo entero se puso de acuerdo para ayudar a que ambos se casaran.
Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para
que él pudiera trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí
para la alegría de todos, de ellos, de su familia y del pueblo, que tanto había
ayudado en esa relación.
Y vivieron allí durante todos los días de un invierno, un
verano, una primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos. Cuando el
día del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo para
demostrarle a él su profundo amor. Pensó hacerle un regalo que significara
esto. Un hacha nueva relacionaría todo con el trabajo; un pulóver tejido
tampoco la convencía, pues ya le había tejido pulóveres en otras oportunidades;
una comida no era suficiente agasajo...
Decidió bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y
empezó a caminar por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no
encontraba nada que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las
monedas que, semanas antes, había ido guardando de los vueltos de las compras
pensando que se acercaba la fecha del aniversario.
Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio una
hermosa cadena de oro expuesta en la vidriera. Entonces recordó que había un
solo objeto material que él adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso.
Se trataba de un reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir.
Desde chico, él guardaba ese reloj en un estuche de gamuza, que dejaba siempre
al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita de luz, sacaba del sobre
de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba un poquito de cuerda, se quedaba
escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a lustrar, lo
acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.
Ella pensó: "Que maravilloso regalo sería esta cadena
de oro para aquel reloj." Entró a preguntar cuánto valía y, ante la
respuesta, una angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella
había imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido
que esperar tres aniversarios más para poder comprárselo. Pero ella no podía
esperar tanto.
Salió del pueblo un poco triste, pensando qué hacer para
conseguir el dinero necesario para esto. Entonces pensó en trabajar, pero no
sabía cómo; y pensó y pensó, hasta que, al pasar por la única peluquería del
pueblo, se encontró con un cartel que decía: "Se compra pelo
natural". Y como ella tenía ese pelo rubio, que no se había cortado desde
que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar.
El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena
de oro y todavía sobraba para una caja donde guardar la cadena y el reloj. No
dudó. Le dijo a la peluquera:
- Si dentro de tres días regreso para venderle mi pelo,
¿usted me lo compraría?
- Seguro - fue la respuesta.
- Entonces en tres días estaré aquí.
Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y volvió a su
casa. No dijo nada.
El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito
más fuerte que de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo.
Se hizo cortar el pelo bien corto y, luego de tomar el
dinero, se dirigió a la joyería. Compró allí la cadena de oro y la caja de
madera. Cuando llegó a su
casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en
que él solía regresar.
A diferencia de otras veces, que iluminaba la casa cuando él
llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos velas y se colocó un
pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su pelo y ella no quería que él
se diera cuenta de que se lo había cortado. Ya habría tiempo después para
explicárselo.
Él llegó. Se abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que
se querían. Entonces, ella sacó de debajo de la mesa la caja de madera que
contenía la cadena de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de
allí una caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba. La caja
contenía dos enormes peinetones que él había comprado... vendiendo el reloj de
oro del abuelo.
Si ustedes creen que el amor es sacrificio, por favor, no se
olviden de esta historia. El amor no está en nosotros para sacrificarse por el
otro, sino para disfrutar de su existencia.
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